El domingo 28 de mayo de 2023 están convocadas elecciones autonómicas y locales en España. Las autonómicas se celebrarán sólo en las siguientes «comunidades autónomas» (invento del Régimen del 78 que mezcla, confunde y oscurece las regiones históricas de nuestra Patria): Aragón, Asturias, Islas Baleares, Islas Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Valencia, Extremadura, Comunidad de Madrid, Murcia, Navarra y La Rioja, más las «ciudades autónomas» Ceuta y Melilla. Las elecciones locales (ayuntamientos, juntas vecinales y cabildos insulares) se celebran en toda España.
El rechazo de los tradicionalistas es triple: tanto al procedimiento electoral como al régimen que lo utiliza, así como a los partidos políticos y las coaliciones que concurren. La recomendación general vuelve a ser la abstención.
Sin embargo, en las elecciones locales sí puede optarse por votar a candidaturas independientes allí donde se presenten. Que sean verdaderamente independientes y que estén formadas por personas dignas y sensatas. Así se avanzará en el retorno a la responsabilidad política, al margen de los partidos y de los parásitos políticos del régimen, a los que se pide no votar bajo ningún concepto.
En algún caso excepcional puede haber candidaturas autonómicas cuasi independientes. Si así fuere lo declararán las juntas, jefaturas y delegaciones regionales de la Comunión Tradicionalista. Ello no obliga a los carlistas y simpatizantes a darles el voto esta vez; siempre podrá optarse por la abstención.
En aplicación de la sugerencia de apoyar a las candidaturas independientes, la Comunión Tradicionalista de Asturias abre la posibilidad de otorgar el voto a las pocas que se presentan a las elecciones municipales y que lo son verdaderamente. No las hay en las dos grandes poblaciones de la región, Gijón y Oviedo, ni en la mayoría de nuestros concejos, por lo que en ellos se impone la abstención. Se amplía, y esto constituye novedad, esa consideración de candidaturas independientes a las que se presentan bajo las siglas SOS Asturias / SOS Occidente al parlamento autonómico.
En la misma línea, en los concejos donde no se presenten candidaturas independientes a las elecciones municipales se aconseja la abstención en éstas.
Nuestro círculo lleva el nombre de don Juan Vázquez de Mella, el creador del asturianismo político (del verdadero, nada que ver con lo que ahora llaman asturianismo) y del moderno regionalismo tradicionalista. Nuestra región se encuentra en una situación casi desesperada, y los principales culpables son los partidos políticos y los políticos parásitos y sus redes clientelares. Toca deshacerse de ellos.
Como saben los seguidores de LAS LIBERTADES en las redes sociales, desde que apareció SOS Occidente hemos prestado atención a la iniciativa. Quedamos expectantes, en esta víspera de lo que el Régimen del 78 llama ridículamente «jornada de reflexión».
Hoy hace doscientos quince años «deliberó la Junta [General del Principado] con asistencia del Real Acuerdo, y por el que se celebró en el día de hoy, llevar á efecto el armamento del Exército Defensivo Asturiano, en obsequio de la Religión, de la Patria, y de la común felicidad».
Nuestros antepasados, asturianos legítimamente orgullosos, se alzaron en defensa de la Religión, de la Patria, de las libertades regionales y de la Monarquía tradicional y la Dinastía legítima. En sus propias palabras, recogidas en aquella declaración del 25 de mayo de 1808, quedó meridianamente claro. Se alzaron contra Napoleón, es decir, contra la Revolución francesa: contra Europa. La misma Europa que, triunfante el proyecto revolucionario —encarnado hoy en la «Unión Europea» y en el Régimen del 78—, ha esclavizado a España y arrasado Asturias. Lo que no lograron en 1808 lo fue alcanzando más tarde, década a década, el liberalismo.
Ese Régimen del 78 nos convoca el próximo domingo 28 de mayo a elecciones autonómicas y municipales. Caro, cansino y nada limpio proceso del que no cabe esperar buenos resultados. No obstante, la Junta Carlista del Principado de Asturias —legítima heredera de aquella Junta General de 1808, con la que nada tiene que ver el ridículo Parlamentín ovetense que usurpa su nombre— se siente obligada a dar unas orientaciones al respecto.
En las elecciones municipales sólo cabe otorgar el voto a las candidaturas independientes que lo sean verdaderamente. En caso de que no las haya (como es el caso en gran parte de los concejos asturianos) sólo queda la abstención.
Con el mismo criterio, en las elecciones autonómicas parece aconsejable la abstención. No obstante puede entenderse como aceptable el voto a las listas de SOS Asturias, en cuanto que no constituyen un partido político y que sus propuestas parecen sensatas en su conjunto; especialmente en la circunscripción occidental, donde SOS Asturias nació como SOS Occidente. Aunque veamos con cierta inquietud que se hayan vinculado recientemente a la federación de la «España Vaciada» cuyo portavoz, el diputado aragonés Tomás Guitarte, nos parece un hombre más del Régimen del 78.
En ningún caso debe darse el voto a cualquiera de los partidos políticos y coaliciones que concurren, sucesores todos de los bonapartistas y afrancesados de 1808.
Celebremos pues hoy el Veinticinco de Mayo. Una fiesta contrarrevolucionaria y una declaración, la de la Junta General del Principado de Asturias en 1808, que puede resumirse en: Dios, Patria, Fueros y Rey legítimo. El lema del Carlismo, de la Comunión Tradicionalista. El lema de nuestras banderas de entonces: ¡Asturias nunca vencida!
Oviedo y Mayo 25 de 2023, Octava de la Ascensión.
Junta Carlista del Principado de Asturias. Diputación Permanente
Libro de 1979. Cuando el Instituto de Estudios Asturianos (IDEA) no había sido aún destruido por el impostor RIDEA actual
Hoy hace doscientos catorce años «deliberó la Junta [General del Principado] con asistencia del Real Acuerdo, y por el que se celebró en el día de hoy, llevar á efecto el armamento del Exército Defensivo Asturiano, en obsequio de la Religión, de la Patria, y de la común felicidad».
Hoy, en el año 2022, volvemos a ver a Asturias y a España en manos de afrancesados. En todos los sentidos de este término, todos ellos negativos. Como justo antes de aquel 1808, estamos sometidos a alianzas contra natura y a organismos internacionales contrarios al bien de nuestra región y de nuestra Patria. En realidad estamos mucho peor que entonces: estamos arruinados, devastados. Nuestras instituciones tradicionales han desaparecido. Hay en Oviedo un grotesco parlamento autonómico, un Parlamentín de afrancesados, que usurpa el nombre de la Junta General del Principado. Hay un no menos grotesco gobierno autonómico, también un Gobiernín de afrancesados, que sigue arruinando y endeudando a la región y procurando borrar sus señas de identidad. Se escamotea el verdadero asturianismo y se sustituye por la promoción de lenguas inventadas; se sigue robando a los muertos y a los vivos cada vez que toca recibir una herencia; se niega la protección a la familia y, al contrario, se promociona cuanto pueda ir contra ella; se evita restituir los comunales a los pueblos y se fomenta en cambio la especulación; se facilita la extranjerización, cultural y económica.
Un pueblo como el asturiano no puede seguir así. Tiene que reaccionar. Si no reacciona, desaparecerá.
Empecemos mañana jueves. Que es la fiesta de la Ascensión, de tanta tradición en Asturias. Tratémosla como tal. Aunque un clero también afrancesado nos prive de la Misa de la festividad. Aunque no sea festivo oficial, vivámosla como si lo fuera. Ni hacer compras ni, si es posible, asistir a clase ni al trabajo.
Celebremos hoy de verdad, con verdadero orgullo, el Veinticinco de Mayo. Una fiesta contrarrevolucionaria y una declaración, la de la Junta General del Principado de Asturias en 1808, que puede resumirse en: Dios, Patria, Fueros y Rey legítimo. El lema del Carlismo, de la Comunión Tradicionalista. La continuidad histórica de aquella Junta General la representa desde 1833 la Junta Carlista del Principado.
Oviedo y Mayo 25 de 2022.
Junta Carlista del Principado de Asturias
Libro de 1979. Cuando el Instituto de Estudios Asturianos (IDEA) no había sido aún destruido por el impostor RIDEA actual
Libro de 1979. Cuando el Instituto de Estudios Asturianos (IDEA) no había sido destruido por el impostor RIDEA actual
La polémica que agita Asturias tiene pretexto lingüístico (o, según algunos, «llingüístico»). Así los asturianos se entretienen, olvidándose de su triste presente y de su probablemente más triste futuro. Pero el trasfondo es peor.
A quienes se oponen a semejante dislate, los «llingüistas» los tildan de antiasturianos. Parece que el orgullo de ser asturiano incluya obligatoriamente el apoyo a la imposición de una lengua inventada, a la que sus castellanohablantes y castellanopensantes promotores tienen la desvergüenza de llamar «asturiana». Pero es que el P.S.O.E. de toda la vida, hasta ayer por la tarde, tenía una opinión muy negativa del orgullo de ser asturiano. En enero de 2011, por ejemplo, Fernando Lastra Valdés (ahora senador socialista por Asturias; político profesional de origen comunista) hacía afirmaciones muy rotundas, a las que replicaba así la Comunión Tradicionalista del Principado de Asturias:
Fernando Lastra: PSOE antiasturiano
Leemos en los periódicos que el portavoz del PSOE en el «Parlamentín» ovetense que usurpa el nombre de la Junta General del Principado, y algo así como ideólogo del socialismo en Asturias, Fernando Lastra, ha afirmado que «el orgullo de sentirse asturiano … es un discurso de extrema derecha, clara y duramente». Lo ha dicho en Gijón, durante el foro socialista «Modernización y eficacia en la Administración Pública: Transparencia y participación», título que en sí mismo ya es todo un sarcasmo.
Ya sabíamos que los socialistas eran antiasturianos. Nos congratulamos de que lo proclamen así, sin dejar lugar a dudas. En cuanto a lo de «extrema derecha», es un cajón de sastre, que no significa nada: los políticos y los medios del juancarlismo ponen esa etiqueta a cualquier cosa que salga de sus estrechos moldes.
El asturianismo de verdad es patrimonio de los tradicionalistas. Lo es históricamente, porque el asturianismo político y cultural es creación tradicionalista; lo es actualmente, porque los políticos del sistema se dividen en anti asturianistas y falsos asturianistas. Políticos del sistema que son responsables, todos ellos, de la situación actual de Asturias: desmantelada y en bancarrota. Una Asturias de la cual, sin embargo, seguimos estando orgullosos, y a la que deseamos devolver prosperidad y autoestima. Para lo cual es preciso deshacerse de los políticos del sistema, y del sistema mismo.
Destacamos en negrita el párrafo final del comunicado, porque se trata de un hecho innegable y sin embargo olvidado. El regionalismo político contemporáneo fue iniciativa del carlista asturiano Juan Vázquez de Mella. Carlistas también fueron los principales cultivadores de la literatura en bable o falas asturianas, desde Juan María Acebal hasta Jesús Evaristo Casariego, pasando por Enrique García-Rendueles y tantos otros. Y los carlistas siempre han estado en contra de la oficialidad de las lenguas, de cualquier lengua. En contra de la oficialidad de las lenguas verdaderas y existentes (la del español o castellano fue introducida por primera vez en la nefasta Constitución de la nefasta Segunda República), ¡cómo no van a estarlo de una pretendida lengua que es en realidad una invención estrafalaria y antiasturiana!
En su enloquecido tirar p’alante —¡que nadie note que corremos hacia el tercermundismo y la miseria!— el presidentín autonómico Adrián Barbón ha hecho buenos a todos sus predecesores. Y era difícil. Aturdir a los asturianos con un artificial problema «llingüístico» —artificial, sí, pero de consecuencias muy graves, tanto en la fractura social como en el desastre que acarrea; desastre económico, desastre en la enseñanza, desastre en la administración pública, aumento colosal del número de parásitos del presupuesto— añadido a otra maniobra aturdidora que ya empezó hace años, la reforma del inútil, contraproducente y, también, antiasturiano Estatuto de Autonomía que Asturias sufre.
Cuando se anunciaba esa malhadada reforma estatutaria, ahora festejada, decía el entonces Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista, en acto público celebrado en Oviedo, en el Club Prensa Asturiana, el 24 de febrero de 2006:
Todo esto tiene difícil arreglo en el marco de la Constitución de 1978 y en el de la Unión Europea. Tiene mal arreglo, si se me apura, en el marco del liberalismo, de la democracia y del capitalismo. Pero sería irresponsable por nuestra parte no buscar la forma de paliar los males, cuanto menos en parte, mientras llega el día de la restauración en toda España de la Monarquía Tradicional, Católica, Social y Representativa; mientras no llegue el día de la restauración de la constitución histórica de las Españas, como querían Vázquez de Mella y Jovellanos.
Una reforma del Estatuto de Autonomía llevada a cabo por el actual parlamento asturiano, compuesto exclusivamente por partidos políticos del sistema —y por lo tanto antiasturianos—, no parece, en principio, que vaya a variar la situación. Lo más que se les ocurre a algunos de ellos es variar términos, nombres y títulos… Y multiplicar cargos, organismos y gastos.
Es necesario presionar para que la administración autonómica se simplifique; que no se complique más. Que se acerque un poco más, o que se aleje menos de ellas, a las instituciones tradicionales de Asturias.
Que los municipios y la Universidad, y tal vez otras instituciones, tengan asiento propio en el parlamento regional.
Que se considere seriamente la autonomía conjunta con el Reino de León, que es la continuidad histórica de Asturias, y que es una región complementaria a la nuestra, económica y geográficamente.
Que se utilicen bien los medios aún al alcance de las corporaciones municipales y autonómicas. La poderosa Caja de Ahorros de Asturias, por ejemplo, que debe recuperar plenamente su vocación social inicial. El fomento de la economía social. La restauración de la economía agrícola, ganadera y forestal, que empieza por mejorar las condiciones de vida en el campo. El desarrollo sostenible de verdad. La promoción de las fuentes de energía alternativas. Pero todo esto con medidas concretas, efectivas a medio y largo plazo: no como titulares llamativos para salir del paso y llegar a la siguiente convocatoria electoral. Una política de hechos, y no de palabras, palabras.
Conciliar la unidad de mercado en España, de la cual necesitamos, con una sana y discreta preferencia regional en la contratación y en el consumo.
Que en las próximas elecciones autonómicas y municipales, los partidos políticos al uso pierdan su control del parlamentín y de los concejos. Para éstos es necesario promover la presentación de candidaturas verdaderamente independientes, dispuestas a trabajar por el bien de sus vecinos, y no de sus partidos.
Es preciso, en fin, deshacer la tupida tela de araña de subvenciones, concesiones, empleos y sinecuras que sostiene desde una turba de profesionales de la pequeña política hasta grupos de extrema izquierda y delegaciones de narcoterroristas, pasando por empresarios de trayectoria dudosa. Parásitos todos ellos de una región que no puede permitírselos, y tela de araña que nos asfixia.
En 1916 y 1918 el Carlismo demostró su disposición abierta y generosa, al aglutinar en el movimiento asturianista a personas ajenas a la Comunión Tradicionalista, e incluso procedentes de otros campos políticos. Así la entonces formada Junta Regionalista del Principado, impulsada por Vázquez de Mella, contó no sólo con jaimistas (nombre que entonces recibían los carlistas), sino con independientes y con desengañados del conservadurismo, del liberalismo y de la incipiente democracia cristiana. Junto a los tradicionalistas vinieron hombres como Álvaro Fernández de Miranda o Fabriciano González. Aquel prometedor resurgir se vio truncado por la Dictadura de Primo de Rivera y por la Segunda República; quedaron los rescoldos, sostenidos por el Círculo Vázquez de Mella y por el asturianismo cultural que se concretó en el viejo Instituto de Estudios Asturianos (y digo «viejo», porque tras su asalto por parte de los políticos autonómicos, el ahora llamado RIDEA no tiene ni idea).
Hoy volvemos a llamar a los asturianos de buena voluntad a emprender una labor regeneradora, que pasa por la presencia en el parlamentín de la calle Fruela de verdaderos representantes de Asturias. El Carlismo, la Comunión Tradicionalista, en este septuagésimo octavo aniversario de Vázquez de Mella, tiende la mano.
Como terminaba la Junta Carlista del Principado su Declaración del Veinticinco de Mayo de 2005: «Necesitamos recuperar el espíritu de los alzados en 1808; reducir el poder de partidos, oligarcas y grupos de presión, y recuperar nuestras instituciones tradicionales. Salvarnos y salvar a España. Recuperar el espíritu del lema de nuestras banderas:
«ASTURIAS NUNCA VENCIDA».
Los que quieren imponer ahora la «oficialidá» son los mismos que se cargaron la Caja de Ahorros de Asturias. Entre otras tantas cosas. Son también los que pretenden llevar mahometanos a Covadonga —literalmente— en 2022 para celebrar juntos los 1.300 años de la batalla. Seguramente serán moros «asturfalantes».
Hoy hace doscientos siete años «deliberó la Junta con asistencia del Real Acuerdo, y por el que se celebró en el día de hoy, llevar á efecto el armamento del Exército Defensivo Asturiano, en obsequio de la Religión, de la Patria, y de la común felicidad».
La Junta Carlista del Principado, continuadora de la legitimidad de aquella Junta General (con la que nada tiene que ver el Parlamentín inventado en 1978) y de sus ideales (los de Dios, Patria, Fueros y Rey legítimo) tiene por costumbre emitir una declaración anual en esta fecha. La de este año no puede obviar que ayer se celebraron unas elecciones dicen que autonómicas, cuyos resultados dan algunos por novedosos. No lo son tanto: el Parlamentín en cuestión está formado por partidos políticos de siglas diversas, pero de considerable parecido en sus programas y en las ideologías que sustentan. Que en realidad no es sino una sola: la ideología de la posmodernidad, último vástago de las de la Revolución francesa que en 1808 intentaban imponer en España Napoleón y sus afrancesados.
Afrancesados son, pues, todos los partidos que se disponen a repartirse los despojos de Asturias. Europeístas, laicistas, divorcistas y abortistas; leales mamelucos del gran capital internacional. Mientras Asturias, y con ella España entera, no se sacuda el lastre de los partidos políticos, no podrá aspirar a la regeneración.
Vemos con esperanza cómo en las elecciones locales celebradas también ayer día 24, en varios concejos de Asturias han obtenido concejales candidaturas y agrupaciones independientes. Ese es el camino: apartar del gobierno municipal a esos partidos políticos inútiles, parasitarios, que dividen y no sirven, que usurpan y no representan.
En los albores de los siglos VIII y XIX, todo parecía perdido. Nuestros enemigos, mahometanos primero y europeos después (mahometanos y europeos, como ahora), eran la marea que anegaba la Cristiandad y amenazaba con tragarse España para siempre. Los asturianos de entonces reaccionaron: gracias a ellos seguimos existiendo hoy.
En esta segunda década del siglo XXI, ¿sabrán los asturianos actuales aprender del ejemplo de sus antepasados? Que el Espíritu Santo, en este tiempo de Pentecostés, así lo conceda.
Siempre presente el lema de nuestras banderas de mil ochocientos ocho: