Posts Tagged ‘aberrosexualistas’

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Otra escuela rural cerrada. Y van…

julio 1, 2022

En el ya lejano año de 2006 las Juventudes Tradicionalistas Asturianas llevaron a cabo una campaña contra el cierre de escuelas rurales en Asturias. Campaña que tuvo cierto eco y que incluyó la intervención en TeleAsturias (canal de televisión regional que después desaparecería por las maniobras en su contra del PSOE, con la complicidad del resto de los partidos parlamentarios) del entonces delegado regional de Juventudes Tradicionalistas y actual jefe regional de la Comunión Tradicionalista, Antonio Capellán.

No es nuevo el cierre de escuelas rurales. De hecho empezó con la nefasta Ley General de Educación de 1970, conocida como Ley Villar Palasí, con sus concentraciones escolares. Mas en la larga noche del PSOE, además de ir a peor (que ya es decir) en leyes de enseñanza («de educación», dice el régimen, mostrando sin querer su verdadera intención adoctrinadora y sustitutoria de la religión y de la familia), se ha seguido cerrando escuelas rurales, con el consiguiente desarraigo desde la niñez, contribuyendo decisivamente al abandono del campo asturiano.

Ahora le toca a Aramil (Siero). Un lugar que no corre riesgo de despoblación, pero cuyos niños tendrán que hacer grandes desplazamientos para ir a clase. (Desgraciadamente muy pocos padres optan por la enseñanza en casa, una opción razonable y beneficiosa si se hace bien). La excusa es que no llega al mínimo de tres niños matriculados para el próximo curso.

Un Gobiernín autonómico como el que Asturias padece, que derrocha en toda clase de disparates (desde la promoción de la llingua inventada que nos quieren ir imponiendo hasta la difusión del aberrosexualismo, pasando por la financiación de toda clase de chiringuitos), no puede en justicia negarse a mantener abierta cualquier escuela rural donde haya un solo niño cuyos padres quieran matricularlo en ella. Fija población: es inversión de futuro, y proporciona empleo de calidad.

Como las Juventudes Tradicionalistas Asturianas decían en un comunicado del año 2015:

Cierran más colegios en el campo asturiano

Han pasado nueve años, casi una generación de las Juventudes Tradicionalistas, desde que nuestra organización denunciara el cierre de la escuela de Argame (Morcín) y la política de despoblamiento del campo asturiano que seguía el Gobierno autonómico. Exactamente la misma que continúa vigente.

La llamada Consejería de Educación acaba de cerrar el colegio de Degaña, con el curso ya iniciado. La penosa excusa es el traslado de uno de los escolares, con lo que ya no se llega al mínimo exigido por el Gobiernín de Oviedo. Un mínimo arbitrario que sirve para desarraigar a más niños de su entorno; y de paso para dejar sin empleo a tres profesores interinos que ya habían empezado a trabajar.

Perpetra estos atropellos un Gobiernín autonómico del mismo signo de entonces: PSOE con el apoyo entusiasta de Izquierda Unida y el consentimiento consuetudinario del PP, al que hay que añadir los consentimientos de Foro y de Ciudadanos y el apoyo vergonzante de Podemos.

Reiteramos lo que dijimos hace nueve años: El Carlismo restaurará todas y cada una de las pequeñas escuelas rurales, sin importar el número de niños, proporcionando empleo a los maestros y apoyando el arraigo de la población. Facilitará la enseñanza en casa para aquellas familias que opten por ella. Acabará con el sectarismo, la corrupción y la insensatez que el sistema busca imponer mediante el control de la enseñanza. Y pondrá fin a la destrucción del medio rural asturiano.

Dejamos para otro día la política parroquial de la diócesis de Oviedo, de la que podrían decirse cosas parecidas, y que también incide negativamente en el campo asturiano. La creciente escasez de clero no justifica su amontonamiento en las grandes poblaciones. Aunque, claro: para que la presencia del sacerdote ayudase, éste tendría por lo menos que vestir sotana, decir Misa de verdad, enseñar la doctrina cristiana de siempre y sentarse en el confesonario unas cuantas horas al día. Cosas todas ellas que hoy les resultan tan ajenas como al Gobiernín la vida y supervivencia de nuestros pueblos y aldeas.

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La derecha es más laicista que la izquierda: el caso del Ayuntamiento de Oviedo

marzo 8, 2022

El pasado domingo era el primero de Cuaresma. El día anterior, Sábado después del Miércoles de Ceniza, sufrió Oviedo el «gran desfile del Carnaval». El domingo continuaban (y finalizaban, gracias a Dios) en la ciudad los festejos del «Carnaval» instituidos por el Ayuntamiento presidido por el «católico» Alfredo Canteli y gobernado por la coalición del Partido Popular y de Ciudadanos.

Como hace unos días señalaba LAS LIBERTADES en las redes sociales, el Carnaval termina cuando empieza la Cuaresma. Por lo que el Ayuntamiento de Oviedo, organizador de esta artificial carnavalada, desprecia y escarnece la religión e impide a los cristianos el recogimiento propio de este tiempo; se burla del Miércoles de Ceniza (que fue el pasado 2 de marzo, no se olvide) y de nuestra ciudad, además de convertir a Oviedo en objeto de mofa.

Este disparate sacrílego no es nuevo. El Carnaval (o, como algunos pretenden, el Antroxu) murió hace muchos años. Murió porque dejó de observarse estrictamente la Cuaresma, que antaño era tiempo de verdadera penitencia. Desaparecida ésta, el Carnaval dejó de tener sentido. Nunca había sido festivo oficial ni escolar, ni estaba organizado por los poderes públicos. Era espontáneo y popular, y en nada se parecía a las actuales carnavaladas municipales.

Los primeros ayuntamientos «democráticos» en manos de la izquierda decidieron reinventar el Carnaval, decretando, promoviendo y financiando estos jolgorios que son mezcla de fiesta infantil estadounidense, imitación cutre de Río de Janeiro y desfile del Orgullo sodomita. En Asturias fueron pioneros los de Gijón y Avilés, en manos del PSOE y de su muleta el PCE (más tarde Izquierda Unida). Pero al menos respetaron las fechas: el Martes de Carnaval se acababa la cosa.

Los de la derecha los imitaron, por supuesto. Y los ayuntamientos asturianos en manos del Partido Popular invadieron tranquilamente la Cuaresma con sus carnavaladas. Los más caracterizados, como eran los de Villaviciosa y Oviedo.

Alguno dirá que se hacía con el fin de promover el turismo, separando las fechas de «su» Carnaval de las de los concejos vecinos. Si fuera así sería ya bastante malo, por el profundo desprecio a la religión que denotaría. Pero no es sólo eso, como queda demostrado con mirar a las atrocidades que el Ayuntamiento de Oviedo perpetra durante las Navidades. Veamos las últimas.

Desfile de Santa Claus, renos y elfos, por las calles de Oviedo el día de Nochebuena de 2021. ¿Se puede caer más bajo? (Foto Paco Paredes / EFE)

La estrella ovetense de las pasadas Navidades fue… ¡Papá Noël! O eso decían el Ayuntamiento y los medios del régimen, porque siempre confunden el francés Papá Noël con el estadounidense Santa Claus. (En su descargo cabe decir que muchos franceses de hoy también los confunden). El Oviedo que sufre a Alfredo Canteli sufrió también hasta un desfile de Santa Claus, en plan versión pueblerina de Nueva York. «La idea es dinamizar la ciudad, su comercio y su hostelería», dijo la concejal del PP Covadonga Díaz, y subrayó que hay desfiles similares en otras ciudades (en otras ciudades en manos del extranjerizante PP). Por su parte, la concejal de Vox en el consistorio, Cristina Coto, acusó a Canteli de secularizar la Navidad ovetense: «Nos sorprende que Canteli, autodeclarado católico, secularice la Navidad ovetense con el desfile de Papá Noël». A la hora de entrar en detalles, la de la marca verde del PP no pudo, o no quiso, evitar caer en el ya manido sociologismo para sostener su acusación: «la religión mayoritaria en España es la católica». Resulta hasta divertido leer a Cristina Coto de la Mata criticar lo de Santa Claus. Porque antes de estar en Vox estuvo en FAC (Foro Álvarez-Cascos, alias Foro Asturias de Ciudadanos) y antes de eso en el Partido Popular, que abandonó el mismo año que Gabino de Lorenzo dejó la alcaldía de Oviedo. Y fue Gabino de Lorenzo, precisamente, quien secularizadoramente introdujo a Santa Claus (Papá Noël para sus adeptos carbayones) en las Navidades de la ciudad. Claro que él, adalid de la horterada, puso en las calles un trineo de Santa Claus… eléctrico. El de Canteli estaba tirado por renos de verdad. Si es que no se ahorran medios para que Oviedo sea cada vez menos ovetense.

También resultaría casi divertido, si el asunto no fuera tan serio, oír a la concejal de Vox quejarse de la secularización. Ella, que ha dado ejemplo de cristiandad «casándose» ante notario; que eso del sacramento está muy visto… Claro que en esto de la burla del sacramento, Alfredo Canteli también compite. Poco después de su elección, el «católico» alcalde ofició con gran pompa y boato y grandes muestras de satisfacción un «matrimonio» de sodomitas. Del PP, por supuesto.

Dejamos para otra ocasión ampliar el asunto con las relaciones aparentemente cordialísimas que estos consistorios de derechas mantienen con el Arzobispado. Su titular, Fray Jesús Sanz, sacó hace pocos días una de sus cartas semanales, dedicada al conflicto de Ucrania. Pide en ella no perderse en «batallas ideológicas», pero los términos en que se refiere a los implicados parecen sacados de las soflamas del PP o de Vox. No es la primera vez. A lo mejor en este liberalismo y esta extranjerización comunes reside el secreto de tan buen entendimiento con la derecha laicista.

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Cacicada antitaurina en Gijón

agosto 19, 2021
Plaza de toros del Bibio, Gijón (foto Nwalme)

Nota de la Junta Local de Gijón de la Comunión Tradicionalista:

La villa de Gijón y su alcaldesa son el hazmerreír de España entera. Hace un día Ana González Rodríguez (muy pocos gijoneses reconocen su nombre) decretó por sí y ante sí el fin de las corridas de toros en Gijón. El pretexto, los nombres de dos de los lidiados en la última Feria de Begoña: «Feminista» y «Nigeriano».

Da miedo pensar que la alcaldesa sea profesora de instituto (en excedencia, claro). Porque su ignorancia da para llenar enciclopedias. Los linajes o reatas de ganado bravo van recibiendo el nombre de la vaca de la que proceden. Para que esos nombres («contra los derechos humanos», según Ana González) hubieran llevado la aviesa intención que la ultraprogresista alcaldesa les atribuye, la conspiración habría tenido que empezar hace unas cuantas décadas…

Da miedo también que se ignore que hay constancia documental de festejos taurinos en Asturias desde hace más de mil doscientos años. Es decir: la tauromaquia es más antigua que casi todo lo que hoy consideramos típicamente asturiano.

Pero sobre todo dan miedo el desprecio a Gijón y a los gijoneses; la voluntad totalitaria, animalista y «políticamente correcta» que encuentra su más acabada expresión hasta la fecha en la citada alcaldesa. Una ovetense impuesta como candidata por el P.S.O.E., que ni siquiera vivía en Gijón (al principio de su mandato se empeñaba en que el coche oficial la trajese y llevase a diario a su domicilio de La Fresneda) y que desde 2019 avergüenza al concejo en el que caciquea con mal estilo y peor intención.

La fiesta de los toros y la Feria de Begoña deben mantenerse en Gijón. La que sobra aquí es Ana González Rodríguez.

Gijón, 19 de agosto de 2021.

Romances modernos de toros, guerra y caza, por Jesús Evaristo Casariego. Prólogo de Agustín de Foxá, epílogo de Manuel Machado. Ilustraciones de Antonio Casero, Jesús Bernal y Gustavo Doré. Madrid, 1945
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San Pelayo, contra los abderramanes del régimen constitucional

junio 26, 2021

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Hoy 26 de junio celebra la Iglesia la festividad de San Pelayo, mártir (911-925). Santo del Reino de Asturias, pariente de San Rosendo y de la realeza asturiana. Mártir no sólo por no renegar de su Fe frente a los mahometanos, sino sobre todo por defender su pureza frente a los aberrosexualistas (esos pervertidos que son ridículamente llamados «homosexuales» o «gays»). Santo patrón de los niños y jóvenes carlistas. Desde Oviedo, esta antigua corte de la Monarquía asturiana que custodia sus reliquias, lo recordamos reproduciendo una antigua entrada de la desaparecida web Atrévete a pensar, y con unas apostillas de actualidad a continuación.

El joven murió martirizado por negarse a ser sodomizado por el sultán de Córdoba. Como afrenta, el «Orgullo Gay» se celebra siempre el siguiente fin de semana a su festividad: 26 de junio. Adalides de la tolerancia…

Su biógrafo dice que era tardo para la sonrisa; sin razón ninguna para no creerlo, aceptamos su testimonio y hasta puede ser que al final de la hagiografía terminemos por darle la razón.
Nacido en la actual Galicia, a orillas del Miño; solía jugar con los otros chicos en el pórtico de la episcopal de Tuy. Era sobrino del obispo Hermogio; por eso estudiaba gramática en la escuela junto a la catedral, donde se iba aprendiendo el salterio día a día; también en los días más solemnes se unía al canto mozárabe y actuaba como monaguillo en las funciones litúrgicas.

Pero aquello quedaba lejos. Ahora lo habían metido en la cárcel de Córdoba, donde los cuerpos de sus compañeros estaban sujetos con cadenas y grilletes; aquellos esclavos daban un hedor nauseabundo, pero a todo se acostumbra uno; un guardia con látigo iba a por ellos para llevarlos a sus tareas de arreglar jardines, limpiar mezquitas, atender los baños, arrimar tierra y amontonar ladrillos para las construcciones. Al regreso contaban que era inabarcable el trabajo que había en aquella ciudad enorme.

A Pelayo le habían dicho que le llevaban a ver al tío, y no le mintieron del todo, porque vio a Hermogio que estaba en la prisión, ya enfermo y hecho un viejo. Lo habían apresado el año anterior en la batalla de Val de Junquera (920) y desde allí lo llevaron a Córdoba. Pelayo era su rescate porque, al no llegar el oro, más valía un joven que un viejo.

El niño pensó que aquella situación acabaría pronto; así se lo aseguró su tío, pero con lo enfermo que iba al pasar el Duero, nada más llegó a saberse del obispo. Es verdad que de vez en cuando venían oleadas de prisioneros nuevos; pero en los cuatro años que pasó en la prisión, cada día repetía al anterior y fijaba al de mañana. Pelayo tenía permitido estar en otras estancias mientras sacaban a los mayores para el trabajo diario; como no había alborotado, ni dado un problema, ni se había unido a ninguna insurrección, hasta se había ganado la confianza de sus guardianes; pasaba bastante tiempo leyendo códices a escondidas y por la noche preguntaba lo que o entendía a los clérigos presos. Aprendió a discutir con carceleros y con los dueños de las casas ricas donde lo pusieron a trabajar de día; supo atraer su simpatía y respeto. Aquel chico valía la promesa de dinero.

Comprendió la corrupción generalizada de Córdoba, que a la vez era fortaleza, poder, arte, libros, bullicio, mercado con una gran cantidad de gente que compraba y vendía, reía, vociferaba más que hablaba, estaba contenta, y con frecuencia escuchaba a poetas que solían cantar las gracias de los mancebos. Tuvo tiempo de ver la confusión moral generalizada del lugar donde vivían hacinados los trabajadores esclavos y los presos sometidos a condena, y allí mismo necesitó energía heroica para guardar su pureza. Por eso decía «Dios quiera que no me vea en apuros más terribles». Porque allí se enteró de que los altos cargos se compraban con la prostitución de las conciencias; sí, al renegar de la religión venían sin mucho esfuerzo las casas, los palacios con esclavos del mediterráneo o judíos comerciantes de Alemania o de Francia, oro y tierras. Era la política de Abderramán III, que los hacía instrumentos útiles y manejables al cambiar de religión y prestarle infames servicios.

El joven Pelayo no cedió cuando lo llamaron a prestarlos aunque lo llevaran con protocolo al fastuoso ambiente cortesano, donde había alfombras y tapices, vasos de plata, aromas exóticos y guardianes sudaneses. Iba todo bañado, limpio, elegantemente vestido y perfumado; así lo presentaron ante el emir Abderramán III, el Victorioso, hombre dominado por la sensualidad, aunque los historiadores lo alaben por su corazón bondadoso. Las promesas de honor, riqueza y poder si se hacía musulmán se quedaron pequeñas. Sus palabras: «Soy cristiano y lo seré. Tus riquezas no valen nada. No voy a renegar de Cristo que es mi Señor y el tuyo, aunque tú no lo quieras». Y «Atrás, perro» (echándose para atrás, cuando intentaba tocar su ropa aquel soberano) «¿crees que soy como esos jóvenes infames que te acompañan?». Y rezó: «Señor, líbrame de las manos de mis enemigos».

Una catapulta de guerra lo lanzó desde un patio del alcázar hasta la otra orilla del Guadalquivir; como aún vivía, un guardia negro le cortó la cabeza con la espada. Era el primer cuarto del siglo X.

Su cuerpo fue trasladado a León, y más tarde a Oviedo, donde se veneran actualmente sus reliquias en el monasterio de benedictinas que lleva su nombre.

Los «gays» no se inventaron en el siglo XXI. Ni los mártires. Ya ves, Pelayo, cuando tanto invertido de uno y otro sexo campea hoy gritando por sus derechos, tú te quedas en la Historia como ejemplo de los que mueren por no querer serlo.

Según otras fuentes, San Pelayo fue mutilado y descuartizado antes de decapitado. Los sodomitas y los mahometanos (en verdad esto es a menudo redundante) se han distinguido siempre por lo satánico de su crueldad y de su odio.

El monasterio que custodia sus reliquias es el que lleva su nombre, el de las populares Pelayas. A ellas, ahora bastante desnortadas las pobres, pertenecen (en derecho, lo que de hecho y contra derecho perdieron con la inicua Desamortización, obra de los sucesores de Abderramán) los terrenos de la Fábrica de Armas de la Vega.

Inicua fue también la venta de nuestras fábricas de armas a esos otros aliados de Abderramán, la industria armamentista de los EE.UU., cuya embajada en Madrid iza la bandera LGBT+ durante este mes de junio (que está dedicado al Sagrado Corazón, pero ellos dedican a las perversiones contra natura). Pero ya se sabe que los políticos de la democracia gobiernan contra Asturias y contra España, igual que los apóstatas que a partir del siglo VIII colaboraban con los invasores mahometanos.

Los mismos abderramanes, sus logias y sus tropas auxiliares (los partidos y sindicatos del sistema) imponen su agenda degenerada («de género») a costa del erario público: mutilaciones y drogas («transexualidad»), lenguaje «inclusivo» (neolengua), adoctrinamiento escolar, persecución de quienes manifiestan públicamente la verdad…

Que San Pelayo nos asista en la expulsión de los sucesores de Abderramán. Empezando por los que ocupan el Palacio de la Zarzuela y por sus aduladores y cómplices de aquí.

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San Pelayo contra los abderramanes democráticos

junio 26, 2012

Hoy 26 de junio celebra la Iglesia la festividad de San Pelayo, mártir (911-925). Santo del Reino de Asturias, pariente de San Rosendo y de la realeza asturiana. Mártir no sólo por no renegar de su Fe frente a los mahometanos, sino sobre todo por defender su pureza frente a los aberrosexualistas (esos pervertidos que son ridículamente llamados «homosexuales» o «gays»). Santo patrón de los niños y jóvenes carlistas. Desde Oviedo, esta antigua corte de la Monarquía asturiana que custodia sus reliquias, lo recordamos reproduciendo una antigua entrada de la desaparecida web Atrévete a pensar, y con unas apostillas de actualidad a continuación.

El joven murió martirizado por negarse a ser sodomizado por el sultán de Córdoba. Como afrenta, el «Orgullo Gay» se celebra siempre el siguiente fin de semana a su festividad: 26 de junio. Adalides de la tolerancia…

Su biógrafo dice que era tardo para la sonrisa; sin razón ninguna para no creerlo, aceptamos su testimonio y hasta puede ser que al final de la hagiografía terminemos por darle la razón.
Nacido en la actual Galicia, a orillas del Miño; solía jugar con los otros chicos en el pórtico de la episcopal de Tuy. Era sobrino del obispo Hermogio; por eso estudiaba gramática en la escuela junto a la catedral, donde se iba aprendiendo el salterio día a día; también en los días más solemnes se unía al canto mozárabe y actuaba como monaguillo en las funciones litúrgicas.

Pero aquello quedaba lejos. Ahora lo habían metido en la cárcel de Córdoba, donde los cuerpos de sus compañeros estaban sujetos con cadenas y grilletes; aquellos esclavos daban un hedor nauseabundo, pero a todo se acostumbra uno; un guardia con látigo iba a por ellos para llevarlos a sus tareas de arreglar jardines, limpiar mezquitas, atender los baños, arrimar tierra y amontonar ladrillos para las construcciones. Al regreso contaban que era inabarcable el trabajo que había en aquella ciudad enorme.

A Pelayo le habían dicho que le llevaban a ver al tío, y no le mintieron del todo, porque vio a Hermogio que estaba en la prisión, ya enfermo y hecho un viejo. Lo habían apresado el año anterior en la batalla de Val de Junquera (920) y desde allí lo llevaron a Córdoba. Pelayo era su rescate porque, al no llegar el oro, más valía un joven que un viejo.

El niño pensó que aquella situación acabaría pronto; así se lo aseguró su tío, pero con lo enfermo que iba al pasar el Duero, nada más llegó a saberse del obispo. Es verdad que de vez en cuando venían oleadas de prisioneros nuevos; pero en los cuatro años que pasó en la prisión, cada día repetía al anterior y fijaba al de mañana. Pelayo tenía permitido estar en otras estancias mientras sacaban a los mayores para el trabajo diario; como no había alborotado, ni dado un problema, ni se había unido a ninguna insurrección, hasta se había ganado la confianza de sus guardianes; pasaba bastante tiempo leyendo códices a escondidas y por la noche preguntaba lo que o entendía a los clérigos presos. Aprendió a discutir con carceleros y con los dueños de las casas ricas donde lo pusieron a trabajar de día; supo atraer su simpatía y respeto. Aquel chico valía la promesa de dinero.

Comprendió la corrupción generalizada de Córdoba, que a la vez era fortaleza, poder, arte, libros, bullicio, mercado con una gran cantidad de gente que compraba y vendía, reía, vociferaba más que hablaba, estaba contenta, y con frecuencia escuchaba a poetas que solían cantar las gracias de los mancebos. Tuvo tiempo de ver la confusión moral generalizada del lugar donde vivían hacinados los trabajadores esclavos y los presos sometidos a condena, y allí mismo necesitó energía heroica para guardar su pureza. Por eso decía «Dios quiera que no me vea en apuros más terribles». Porque allí se enteró de que los altos cargos se compraban con la prostitución de las conciencias; sí, al renegar de la religión venían sin mucho esfuerzo las casas, los palacios con esclavos del mediterráneo o judíos comerciantes de Alemania o de Francia, oro y tierras. Era la política de Abderramán III, que los hacía instrumentos útiles y manejables al cambiar de religión y prestarle infames servicios.

El joven Pelayo no cedió cuando lo llamaron a prestarlos aunque lo llevaran con protocolo al fastuoso ambiente cortesano, donde había alfombras y tapices, vasos de plata, aromas exóticos y guardianes sudaneses. Iba todo bañado, limpio, elegantemente vestido y perfumado; así lo presentaron ante el emir Abderramán III, el Victorioso, hombre dominado por la sensualidad, aunque los historiadores lo alaben por su corazón bondadoso. Las promesas de honor, riqueza y poder si se hacía musulmán se quedaron pequeñas. Sus palabras: «Soy cristiano y lo seré. Tus riquezas no valen nada. No voy a renegar de Cristo que es mi Señor y el tuyo, aunque tú no lo quieras». Y «Atrás, perro» (echándose para atrás, cuando intentaba tocar su ropa aquel soberano) «¿crees que soy como esos jóvenes infames que te acompañan?». Y rezó: «Señor, líbrame de las manos de mis enemigos».

Una catapulta de guerra lo lanzó desde un patio del alcázar hasta la otra orilla del Guadalquivir; como aún vivía, un guardia negro le cortó la cabeza con la espada. Era el primer cuarto del siglo X.

Su cuerpo fue trasladado a León, y más tarde a Oviedo, donde se veneran actualmente sus reliquias en el monasterio de benedictinas que lleva su nombre.

Los «gays» no se inventaron en el siglo XXI. Ni los mártires. Ya ves, Pelayo, cuando tanto invertido de uno y otro sexo campea hoy gritando por sus derechos, tú te quedas en la Historia como ejemplo de los que mueren por no querer serlo.

Según otras fuentes, San Pelayo fue mutilado y descuartizado antes de decapitado. Los sodomitas y los mahometanos (en verdad esto es a menudo redundante) se han distinguido siempre por lo satánico de su crueldad y de su odio.

El monasterio que custodia sus reliquias es el que lleva su nombre, el de las populares Pelayas. A ellas pertenecen (en derecho, lo que de hecho y contra derecho perdieron con la inicua Desamortización, obra de los sucesores de Abderramán) los terrenos de la Fábrica de Armas de la Vega.

Inicua fue también la venta de nuestras fábricas de armas a esos otros aliados de Abderramán, la industria armamentista estadounidense. Pero ya se sabe que los políticos de la democracia gobiernan contra Asturias y contra España, igual que los apóstatas que a partir del siglo VIII colaboraban con los invasores mahometanos.

Ahora, con periódicas exhibiciones de hipocresía y contradicción, los mismos abderramanes y tropas auxiliares (los partidos y sindicatos del sistema) se aprestan a cerrar la fábrica de armas y utilizar sus terrenos para la especulación urbanística (la misma que ha destrozado Oviedo y Asturias y que tanto ha contribuido a la recesión económica en que nos encontramos).

Que San Pelayo nos asista en la expulsión de los sucesores de Abderramán. Empezando por el que ocupa el Palacio de la Zarzuela y por sus aduladores y cómplices de aquí.

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