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La derecha es más laicista que la izquierda: el caso del Ayuntamiento de Oviedo (II)

marzo 1, 2023

Hoy es Miércoles de las Cuatro Témporas de Cuaresma. Parece un día adecuado para volver sobre lo que el Ayuntamiento de Oviedo nos hizo aguantar la semana pasada. Que es más o menos lo mismo que hacen año tras año desde el Gabinato: lean la entrada de LAS LIBERTADES con la misma ocasión del año pasado.

Por si no habían caído, el 22 de febrero fue el Miércoles de Ceniza. El comienzo de la Cuaresma. El Carnaval termina cuando empieza la Cuaresma. La Cuaresma es la razón de ser del Carnaval: por eso éste fue muriendo, porque los rigores de la Cuaresma fueron dejando de observarse. Por eso lo que ahora llaman Carnaval no lo es en realidad; es un festejo subvencionado y promovido desde los poderes públicos. Y los de Oviedo, el Ayuntamiento presidido por el «católico» Alfredo Canteli y gobernado por la coalición del Partido Popular y de Ciudadanos, se regodea en convertir la Cuaresma en su Carnaval. ¿Humo de las logias o simplemente estupidez y desprecio?

Como decía LAS LIBERTADES el año pasado, Canteli y su ayuntamiento desprecian y escarnecen la religión e impiden a los cristianos el recogimiento propio de este tiempo; se burlan del Miércoles de Ceniza, de la Cuaresma y de nuestra ciudad, además de convertir a Oviedo en objeto de mofa.

Es cierto que otros municipios asturianos hacen algo parecido (notorio ha sido este año lo de Arriondas, por ejemplo). En casi todos ellos empezaron a hacerlo en esta «democracia» con ayuntamientos de derechas. Curiosamente los ayuntamientos asturianos en manos de las izquierdas, cuando se inventaron este Carnaval (o Antroxu, como quieren algunos) del Régimen del 78, respetaron al menos las fechas tradicionales y no invadieron la Cuaresma.

Pero es que el Ayuntamiento de Oviedo no sólo se felicita, hasta en sus propios medios de comunicación, del supuesto éxito de su aquelarre a base de dinero público. Es que hace parecidos escarnios del cristianismo hasta en Navidad.

No hemos oído ni una voz eclesiástica condenando el nuevo atropello. Al fin y al cabo, como decía el año pasado el canónigo Tuñón Escalada, la relación con el Ayuntamiento siempre es cordial. Claro que el Cabildo también permite carnavaladas en la Catedral, y aun coopera en ellas. (¿Será por vanidad, o por simonía, como al cobrar entrada por acceder al templo?). Y es que en esta ciudad y en esta diócesis reina la abominación de la desolación.

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Oviedo, desarmado. Un Desarme falsificado y ridículo

octubre 14, 2022

Oviedo lleva mucho tiempo sufriendo malos alcaldes y malos ayuntamientos. Justo es reconocer que la derecha ha suministrado los peores. Con el tevergano Alfredo Canteli la ciudad está alcanzando, si no superando, los extremos de esperpento a los que Gabino de Lorenzo nos tenía acostumbrados.

También llevamos años sufriendo la creciente hipertrofia del Desarme, una simpática fartura entre amigos que los políticos y los medios del régimen, secundados por la babayería dominante, han ido transformando en otra cosa completamente distinta y sin gracia. Para colmo de males, han terminado por dar categoría de verdad sabida a un error que hace años empezaron a difundir, en su ignorancia y su malicia, esos mismos políticos y esos mismos medios: que el origen del Desarme tenía que ver con las Guerras Carlistas; que carlistas eran las tropas desarmadas, o al menos derrotadas en un supuesto intento de tomar Oviedo. Nada más lejos de la realidad, como sabe cualquiera que sepa algo. La necedad de los nuevos desarmantes no tiene excusa, porque la Comunión Tradicionalista ha efectuado en las últimas décadas numerosas publicaciones aclarando y detallando los hechos históricos reales.

La Milicia Nacional, etarras del siglo XIX.

El único episodio de las Guerras Carlistas que se aproxima a la fecha del Desarme, pero no coincide con la misma, es el paso de una columna de los Ejércitos del Rey legítimo Don Carlos V, columna que mandaba el General Sanz. Para proteger un tren de suministros y prisioneros se llevó a cabo un ataque de distracción contra la Milicia Nacional (liberal) que por entonces aterrorizaba Oviedo, que sufrió numerosas bajas. Pero el día 20 de octubre de 1836, dicha columna entró triunfalmente en Gijón, por lo que los hechos relatados no pueden corresponder al Desarme ovetense, que se refiere más bien a uno de los varios desarmes llevados a cabo por liberales moderados contra su propia Milicia Nacional, advenedizos convertidos en terroristas, equiparables tanto por su actuación como por su adscripción política a la horda socialista que arrasó Oviedo en octubre de 1934; aunque los liberales del siglo XIX mantuvieron por mucho más tiempo su dominio de terror, robos, confiscaciones, masivas detenciones arbitrarias y asesinato de numerosos ovetenses.

Este año 2022, aparte de programar unas supuestas recreaciones históricas —antihistóricas— que no recrean más que fantasías, los munícipes parásitos le han dado, a costa del contribuyente, bombo y platillo en toda España a sus desarmantes ocurrencias. Desde la presentación de su nuevo Desarme en Santander (la crónica de la misma en El Diario Montañés habrá estropeado la digestión a cualquiera que recuerde que ese periódico fue carlista) hasta un cupón de la antaño benemérita ONCE.

Pero su sevicia contra las costumbres y la historia ovetenses se extiende a su aborrecimiento a las costumbres católicas. Mueven la fecha habitual del Desarme y además extienden a varios días lo que siempre fue uno solo. E inauguran el muy cárnico menú hoy viernes, día de abstinencia obligatoria.

Oviedo, desarmado.

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Celebrar la fiesta de Santiago Apóstol es una obligación

julio 25, 2022

Ayer domingo distribuía la agencia FARO la nota que más abajo reproducimos: Este lunes es 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol, Patrono Mayor de las Españas. ¿Está preparado para observarla y celebrarla? Se aplica perfectamente al caso de Asturias, donde no es festivo oficial desde los días del Pedro Sánchez de las décadas de 1980 y 1990, el también socialista y también agente estadounidense Felipe González. Y donde tampoco tenemos Misa (Misa tradicional, se entiende) hoy.

El patronazgo de Santiago fue proclamado por la Monarquía asturiana. Por Asturias discurre el Camino primitivo de Santiago. Todo esto es sabido. El Camino de Santiago llena de vez en cuando las bocas de los políticos del régimen en Asturias. Claro que ellos lo ven, o quieren verlo, como una especie de Benidorm en movimiento. Su verdadero significado les espeluzna. Por eso nos someten a la vergüenza de tratar la fiesta de hoy como día laborable. No es admisible.

Este lunes 25 de julio es la fiesta de Santiago Apóstol, Patrono Mayor de las Españas. Y, sin embargo, en este régimen constitucional (benéfico, si atendemos a las alabanzas que frecuentemente recibe de parte de conspicuos miembros de la Conferencia Episcopal) no es festivo.

Según en qué «comunidad autónoma» o en qué municipio nos encontremos, será festivo oficial o no. ¿Nos exime esa circunstancia de observar la festividad?

De ninguna manera. Todos podemos cumplir con nuestra obligación de católicos y españoles, y contribuir con ello a que la fiesta se observe, al margen de una España oficial que suplanta a la España real.

No todos podrán, sin riesgo grave, faltar al trabajo o cerrar sus negocios este lunes. Pero muchos sí pueden. Y deberían hacerlo.

Aquellos estudiantes que estén recibiendo clases este verano sí pueden faltar a ellas el día 25. Y deben hacerlo.

Todos pueden abstenerse de hacer compras. Incluso por Internet. Y deben hacerlo.

Y aquéllos (no tantos, por desgracia) que estén a distancia razonable de la Santa Misa tradicional, deben acudir.

Hay quienes ponen en duda la eficacia o necesidad de campañas como ésta. Son ciertamente necios.

En 1988 otro Gobierno socialista, presidido por Felipe González, quiso quitar el carácter festivo al día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, Patrona Mayor de las Españas. El argumento era fácil, hasta «razonable»: la proximidad de la fiesta neopagana de la Constitución, el 6 de diciembre, que convertía la irracional y entonces reciente costumbre de los puentes festivos en un verdadero acueducto. El Gobierno se avenía incluso a «trasladar» el festivo al día 5, víspera del de su «inmaculada» Constitución.

La reacción de la España real fue memorable. Y no se contaba con Internet, ni con «redes sociales», ni con teléfonos móviles… Millones de firmas (de firmas de verdad, en papel) recogidas; cientos de miles de pasquines y folletos repartidos, especialmente a la salida de los templos; decenas de miles de carteles y pegatinas fijados en las calles; cientos de cartas al director de los medios; acciones directas contra los promotores de la supresión de la fiesta.

Inclinada a subirse al caballo ganador, incluso la nefasta Conferencia Episcopal Española se sumó a la campaña. Y la fiesta se mantuvo. Hasta hoy.

Aquella defensa de la Inmaculada implicó a muchos. Pero no cabe duda de que fue capitaneada por la Comunión Tradicionalista.

Sin embargo, en el mismo lote esa Conferencia Episcopal pactó la supresión del carácter festivo nacional de las fiestas de San José y del Jueves Santo (que podía haber recuperado tranquilamente su antigua condición de media fiesta; pero ni eso), del Corpus Christi y de la Ascensión («trasladadas» éstas litúrgicamente, dentro del caos litúrgico del «Novus Ordo» al domingo; siguiendo el modelo napoleónico, para mayor burla y escarnio).

El Gobierno lo intentó también con la fiesta de los Reyes Magos; pero aquí los grandes intereses comerciales se lo impidieron. Treinta y cuatro años después, con la constante propaganda que va convirtiendo la Navidad neoespañola en una imitación cutre de la estadounidense (falsificación ésta en el que se distinguen por su entusiasmo los ayuntamientos de derechas), no sabemos si esa resistencia durará mucho tiempo.

¿Cómo es posible que los carlistas perdieran tanto fuelle tras 1988? ¿Por qué sus campañas actuales no tienen tanto eco?

La primera y más evidente respuesta es: porque muchos de los carlistas actuales viven en el desánimo y la ambigüedad. Pero, ¿cómo han llegado a ello?

Volvamos la vista a 1988, el año en que se salvó la fiesta de la Inmaculada. El año anterior se habían sellado los acuerdos de «unidad operativa», por los cuales la Comunión Tradicionalista admitía en su seno a grupos e individuos supuestamente carlistas que se hallaban apartados de su disciplina. Grupos e individuos que, una vez dentro, maniobraron para hacerse con el control de los registros legales de la Comunión; algo que les resultó fácil, dada la poca consideración que los carlistas han dado siempre a la «legalidad» ilegítima.

Además encontraron aliados entre algunos miembros de la Comunión de toda la vida. Gentes que habían abrazado el vaticanosegundismo: vinculados al Opus unos, otros entregados a la citada Conferencia Episcopal. Aquella nada santa alianza fue obstaculizando las campañas enérgicas; incluso desautorizándolas. Como es natural: habían llegado al laicismo por la vía de su propia «confesionalidad católica». Un laicismo que no impedía rosarios públicos, pues se trataba de la versión vaticanosegundista de la «laicidad».

Por esas y otras maniobras, cundió el desánimo. La mayoría de los carlistas de entonces cesaron en su militancia y se retiraron a sus casas. Se fueron cerrando los círculos que quedaban.

La sangría la cerró Don Sixto Enrique de Borbón reorganizando la Comunión en 2001. Pero las heridas permanecieron. Permanecieron también unos restos, cada vez más exiguos, de aquella alianza clericalista y neolaicista: la falsa «comunión tradicionalista carlista», la FCTC, que hoy —ahora bajo el control de la sociedad secreta conocida como el Yunque— sigue procurando aportar confusión, aparte de apoyo al partido liberal y judaizante Vox.

Contra todos ellos, ¡Santiago y cierra, España!

No olvidemos tampoco los carlistas que este lunes es la onomástica del Rey Don Jaime III (1909-1931), de grata memoria.

Vivamos el día 25 de julio como festivo. Nuestro celestial patrono nos ayudará a recuperar nuestra Patria.

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Mártires de la Tradición, 10 de marzo

marzo 10, 2022

Nos preguntan por una conferencia que, al parecer, estaba anunciada para ayer miércoles en el Hotel España de Oviedo, organizada por «la Comunión Tradicionalista Carlista».

No. La Comunión Tradicionalista Carlista de Asturias o, lo que es lo mismo, la Comunión Tradicionalista del Principado de Asturias no tenía nada que ver. Una o dos veces al año cierta señora ovetense, tan bienintencionada como desnortada, proporciona los medios para la venida de alguien de fuera de Asturias, más o menos relacionado con un grupito democratacristiano que usurpa las siglas C.T.C. (Comunión Tradicionalista Carlista) —grupo al que en adelante nos referiremos como F.C.T.C. (falsa comunión tradicionalista carlista)— que nunca ha tenido presencia en nuestra región y que actualmente está reducido a un apéndice vergonzante (o no tanto) del partido liberal Vox.

En realidad casi deberíamos agradecer esa insistencia en fingir que existen en Asturias. Hay jóvenes hoy en el Carlismo que en su día se acercaron con ingenuo interés a una de esas conferencias espurias, y a continuación buscaron y encontraron la verdadera Comunión Tradicionalista tras darse cuenta de que ésos que usaban las siglas C.T.C. no podían ser carlistas. El grupito democratacristiano en cuestión carece de personas políticamente bien formadas o simplemente de cierta solidez intelectual.

Quizá a alguno le extrañe la frase anterior, sabiendo que el conferenciante anunciado para ayer por la F.C.T.C. era Javier Barraycoa. Baste para disipar la extrañeza la siguiente cita del último número de la revista madrileña Verbo (601-602, enero-febrero de 2022, página 23). Haciendo historia y refiriéndose a sus colaboradores pasados procedentes de la barcelonesa Schola Cordis Iesu, la revista le dedica esta brevísima mención: «Javier Barraycoa, que no responde totalmente al patrón general que los distingue y que, en todo caso, ha sufrido últimamente una no pequeña evolución». Explicitando: alguien que prometía, pero que desde hace unos años se ha ido alejando del tradicionalismo.

Pero volvamos a la festividad de los Mártires de la Tradición.

Como estaba ya anunciado, se celebrará hoy jueves 10 de marzo en Gijón. A las 13:00 (una de la tarde, D.m.) se oficiará la Santa Misa en una capilla particular de Cabueñes, seguida de una comida de hermandad. Más información en el correo electrónico asturias@carlismo.es.

En Oviedo la Santa Misa por los Mártires de la Tradición tendrá lugar el domingo 13 de marzo, a las 12:00 (doce del mediodía) en la Ermita de Santo Medero (Latores).

Actos en otros lugares: clic en este enlace

Por iniciativa de las Margaritas, hoy jueves 10 de marzo también se rezará en todo el mundo el Santo Rosario por los Mártires de la Tradición, mediante la plataforma Zoom, a las 21:00 (nueve de la noche). Más detalles en este enlace.

La festividad de los Mártires de la Tradición fue instituida en 1895 por Don Carlos VII, Rey legítimo de las Españas, mediante carta desde su exilio en Venecia a su Jefe Delegado, el Marqués de Cerralbo: «una fiesta nacional en honor de los mártires que, desde principio del s. XIX, han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla, en el destierro, en los calabozos y en los hospitales; y designo para celebrarla el día 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de mi abuelo Carlos V». «Debemos procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables, para que sirvan de estímulo y ejemplo de los jóvenes y mantengan vivo en ellos el fuego sagrado del amor a Dios, a la Patria y al Rey».

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La derecha es más laicista que la izquierda: el caso del Ayuntamiento de Oviedo

marzo 8, 2022

El pasado domingo era el primero de Cuaresma. El día anterior, Sábado después del Miércoles de Ceniza, sufrió Oviedo el «gran desfile del Carnaval». El domingo continuaban (y finalizaban, gracias a Dios) en la ciudad los festejos del «Carnaval» instituidos por el Ayuntamiento presidido por el «católico» Alfredo Canteli y gobernado por la coalición del Partido Popular y de Ciudadanos.

Como hace unos días señalaba LAS LIBERTADES en las redes sociales, el Carnaval termina cuando empieza la Cuaresma. Por lo que el Ayuntamiento de Oviedo, organizador de esta artificial carnavalada, desprecia y escarnece la religión e impide a los cristianos el recogimiento propio de este tiempo; se burla del Miércoles de Ceniza (que fue el pasado 2 de marzo, no se olvide) y de nuestra ciudad, además de convertir a Oviedo en objeto de mofa.

Este disparate sacrílego no es nuevo. El Carnaval (o, como algunos pretenden, el Antroxu) murió hace muchos años. Murió porque dejó de observarse estrictamente la Cuaresma, que antaño era tiempo de verdadera penitencia. Desaparecida ésta, el Carnaval dejó de tener sentido. Nunca había sido festivo oficial ni escolar, ni estaba organizado por los poderes públicos. Era espontáneo y popular, y en nada se parecía a las actuales carnavaladas municipales.

Los primeros ayuntamientos «democráticos» en manos de la izquierda decidieron reinventar el Carnaval, decretando, promoviendo y financiando estos jolgorios que son mezcla de fiesta infantil estadounidense, imitación cutre de Río de Janeiro y desfile del Orgullo sodomita. En Asturias fueron pioneros los de Gijón y Avilés, en manos del PSOE y de su muleta el PCE (más tarde Izquierda Unida). Pero al menos respetaron las fechas: el Martes de Carnaval se acababa la cosa.

Los de la derecha los imitaron, por supuesto. Y los ayuntamientos asturianos en manos del Partido Popular invadieron tranquilamente la Cuaresma con sus carnavaladas. Los más caracterizados, como eran los de Villaviciosa y Oviedo.

Alguno dirá que se hacía con el fin de promover el turismo, separando las fechas de «su» Carnaval de las de los concejos vecinos. Si fuera así sería ya bastante malo, por el profundo desprecio a la religión que denotaría. Pero no es sólo eso, como queda demostrado con mirar a las atrocidades que el Ayuntamiento de Oviedo perpetra durante las Navidades. Veamos las últimas.

Desfile de Santa Claus, renos y elfos, por las calles de Oviedo el día de Nochebuena de 2021. ¿Se puede caer más bajo? (Foto Paco Paredes / EFE)

La estrella ovetense de las pasadas Navidades fue… ¡Papá Noël! O eso decían el Ayuntamiento y los medios del régimen, porque siempre confunden el francés Papá Noël con el estadounidense Santa Claus. (En su descargo cabe decir que muchos franceses de hoy también los confunden). El Oviedo que sufre a Alfredo Canteli sufrió también hasta un desfile de Santa Claus, en plan versión pueblerina de Nueva York. «La idea es dinamizar la ciudad, su comercio y su hostelería», dijo la concejal del PP Covadonga Díaz, y subrayó que hay desfiles similares en otras ciudades (en otras ciudades en manos del extranjerizante PP). Por su parte, la concejal de Vox en el consistorio, Cristina Coto, acusó a Canteli de secularizar la Navidad ovetense: «Nos sorprende que Canteli, autodeclarado católico, secularice la Navidad ovetense con el desfile de Papá Noël». A la hora de entrar en detalles, la de la marca verde del PP no pudo, o no quiso, evitar caer en el ya manido sociologismo para sostener su acusación: «la religión mayoritaria en España es la católica». Resulta hasta divertido leer a Cristina Coto de la Mata criticar lo de Santa Claus. Porque antes de estar en Vox estuvo en FAC (Foro Álvarez-Cascos, alias Foro Asturias de Ciudadanos) y antes de eso en el Partido Popular, que abandonó el mismo año que Gabino de Lorenzo dejó la alcaldía de Oviedo. Y fue Gabino de Lorenzo, precisamente, quien secularizadoramente introdujo a Santa Claus (Papá Noël para sus adeptos carbayones) en las Navidades de la ciudad. Claro que él, adalid de la horterada, puso en las calles un trineo de Santa Claus… eléctrico. El de Canteli estaba tirado por renos de verdad. Si es que no se ahorran medios para que Oviedo sea cada vez menos ovetense.

También resultaría casi divertido, si el asunto no fuera tan serio, oír a la concejal de Vox quejarse de la secularización. Ella, que ha dado ejemplo de cristiandad «casándose» ante notario; que eso del sacramento está muy visto… Claro que en esto de la burla del sacramento, Alfredo Canteli también compite. Poco después de su elección, el «católico» alcalde ofició con gran pompa y boato y grandes muestras de satisfacción un «matrimonio» de sodomitas. Del PP, por supuesto.

Dejamos para otra ocasión ampliar el asunto con las relaciones aparentemente cordialísimas que estos consistorios de derechas mantienen con el Arzobispado. Su titular, Fray Jesús Sanz, sacó hace pocos días una de sus cartas semanales, dedicada al conflicto de Ucrania. Pide en ella no perderse en «batallas ideológicas», pero los términos en que se refiere a los implicados parecen sacados de las soflamas del PP o de Vox. No es la primera vez. A lo mejor en este liberalismo y esta extranjerización comunes reside el secreto de tan buen entendimiento con la derecha laicista.

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