Posts Tagged ‘Iglesia’

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La derecha es más laicista que la izquierda: el caso del Ayuntamiento de Oviedo

marzo 8, 2022

El pasado domingo era el primero de Cuaresma. El día anterior, Sábado después del Miércoles de Ceniza, sufrió Oviedo el «gran desfile del Carnaval». El domingo continuaban (y finalizaban, gracias a Dios) en la ciudad los festejos del «Carnaval» instituidos por el Ayuntamiento presidido por el «católico» Alfredo Canteli y gobernado por la coalición del Partido Popular y de Ciudadanos.

Como hace unos días señalaba LAS LIBERTADES en las redes sociales, el Carnaval termina cuando empieza la Cuaresma. Por lo que el Ayuntamiento de Oviedo, organizador de esta artificial carnavalada, desprecia y escarnece la religión e impide a los cristianos el recogimiento propio de este tiempo; se burla del Miércoles de Ceniza (que fue el pasado 2 de marzo, no se olvide) y de nuestra ciudad, además de convertir a Oviedo en objeto de mofa.

Este disparate sacrílego no es nuevo. El Carnaval (o, como algunos pretenden, el Antroxu) murió hace muchos años. Murió porque dejó de observarse estrictamente la Cuaresma, que antaño era tiempo de verdadera penitencia. Desaparecida ésta, el Carnaval dejó de tener sentido. Nunca había sido festivo oficial ni escolar, ni estaba organizado por los poderes públicos. Era espontáneo y popular, y en nada se parecía a las actuales carnavaladas municipales.

Los primeros ayuntamientos «democráticos» en manos de la izquierda decidieron reinventar el Carnaval, decretando, promoviendo y financiando estos jolgorios que son mezcla de fiesta infantil estadounidense, imitación cutre de Río de Janeiro y desfile del Orgullo sodomita. En Asturias fueron pioneros los de Gijón y Avilés, en manos del PSOE y de su muleta el PCE (más tarde Izquierda Unida). Pero al menos respetaron las fechas: el Martes de Carnaval se acababa la cosa.

Los de la derecha los imitaron, por supuesto. Y los ayuntamientos asturianos en manos del Partido Popular invadieron tranquilamente la Cuaresma con sus carnavaladas. Los más caracterizados, como eran los de Villaviciosa y Oviedo.

Alguno dirá que se hacía con el fin de promover el turismo, separando las fechas de «su» Carnaval de las de los concejos vecinos. Si fuera así sería ya bastante malo, por el profundo desprecio a la religión que denotaría. Pero no es sólo eso, como queda demostrado con mirar a las atrocidades que el Ayuntamiento de Oviedo perpetra durante las Navidades. Veamos las últimas.

Desfile de Santa Claus, renos y elfos, por las calles de Oviedo el día de Nochebuena de 2021. ¿Se puede caer más bajo? (Foto Paco Paredes / EFE)

La estrella ovetense de las pasadas Navidades fue… ¡Papá Noël! O eso decían el Ayuntamiento y los medios del régimen, porque siempre confunden el francés Papá Noël con el estadounidense Santa Claus. (En su descargo cabe decir que muchos franceses de hoy también los confunden). El Oviedo que sufre a Alfredo Canteli sufrió también hasta un desfile de Santa Claus, en plan versión pueblerina de Nueva York. «La idea es dinamizar la ciudad, su comercio y su hostelería», dijo la concejal del PP Covadonga Díaz, y subrayó que hay desfiles similares en otras ciudades (en otras ciudades en manos del extranjerizante PP). Por su parte, la concejal de Vox en el consistorio, Cristina Coto, acusó a Canteli de secularizar la Navidad ovetense: «Nos sorprende que Canteli, autodeclarado católico, secularice la Navidad ovetense con el desfile de Papá Noël». A la hora de entrar en detalles, la de la marca verde del PP no pudo, o no quiso, evitar caer en el ya manido sociologismo para sostener su acusación: «la religión mayoritaria en España es la católica». Resulta hasta divertido leer a Cristina Coto de la Mata criticar lo de Santa Claus. Porque antes de estar en Vox estuvo en FAC (Foro Álvarez-Cascos, alias Foro Asturias de Ciudadanos) y antes de eso en el Partido Popular, que abandonó el mismo año que Gabino de Lorenzo dejó la alcaldía de Oviedo. Y fue Gabino de Lorenzo, precisamente, quien secularizadoramente introdujo a Santa Claus (Papá Noël para sus adeptos carbayones) en las Navidades de la ciudad. Claro que él, adalid de la horterada, puso en las calles un trineo de Santa Claus… eléctrico. El de Canteli estaba tirado por renos de verdad. Si es que no se ahorran medios para que Oviedo sea cada vez menos ovetense.

También resultaría casi divertido, si el asunto no fuera tan serio, oír a la concejal de Vox quejarse de la secularización. Ella, que ha dado ejemplo de cristiandad «casándose» ante notario; que eso del sacramento está muy visto… Claro que en esto de la burla del sacramento, Alfredo Canteli también compite. Poco después de su elección, el «católico» alcalde ofició con gran pompa y boato y grandes muestras de satisfacción un «matrimonio» de sodomitas. Del PP, por supuesto.

Dejamos para otra ocasión ampliar el asunto con las relaciones aparentemente cordialísimas que estos consistorios de derechas mantienen con el Arzobispado. Su titular, Fray Jesús Sanz, sacó hace pocos días una de sus cartas semanales, dedicada al conflicto de Ucrania. Pide en ella no perderse en «batallas ideológicas», pero los términos en que se refiere a los implicados parecen sacados de las soflamas del PP o de Vox. No es la primera vez. A lo mejor en este liberalismo y esta extranjerización comunes reside el secreto de tan buen entendimiento con la derecha laicista.

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Rosa Menéndez de Caldevilla e «Iglesia-Mundo»

enero 31, 2022

El lunes 24 de enero, tres meses antes de cumplir los cien años, ha fallecido en Madrid Rosa María Menéndez Carrillo, viuda de Jaime Caldevilla García del Villar. Ambos nombres van unidos al de la revista Iglesia-Mundo. Jaime Caldevilla, asturiano como su mujer, que había sufrido prisión durante la revolución de 1934, durante la guerra combatió en el Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Covadonga. Estudió posteriormente Filosofía y Derecho en Oviedo, aunque su principal dedicación iba a ser el periodismo. Dirigió el diario Región y desempeñó el puesto de consejero de Información y Prensa en la Embajada de España en Cuba, participando como experto de la delegación española en tres asambleas generales de Naciones Unidas. Su época cubana coincide con la revolución castrista, periodo en el que facilitó la salida de la isla a miles de españoles y cubanos. Respecto de éstos su ayuda se extendió y recuerdo en la redacción y administración de Iglesia-Mundo a varios cubanos que se habían beneficiado de su generosidad.

Nació la revista en 1971, en el contexto de la famosa Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes, que agitó las aguas eclesiásticas con la aparición —que a algunos sorprendió, cuando lo que sorprendía era la sorpresa— de un progresismo campante. Una treintena de obispos se hallaba detrás del proyecto, aunque el número decreciera enseguida sensiblemente. Don Laureano Castán Lacoma, obispo de Sigüenza, y don José Guerra Campos, obispo auxiliar de Madrid, se distinguieron particularmente por su apoyo. Además, las tensiones entre los propios obispos, de un lado, y entre los obispos y la revista, de otro, no tardaron en aparecer. El arzobispo de Toledo, don Marcelo González Martín, que quizá no tuvo vinculación inicial con la empresa, fue adquiriendo en cambio con el paso del tiempo indudable relieve. Las razones de todo ello tienen algún punto de misterio, no ajeno al desenvolvimiento de las sapinières eclesiásticas. Y también a la acción de los servicios de información del régimen de Franco. Porque Carrero Blanco también andaba en el juego.

La revista, en todo caso, se movió generalmente por los predios del conservadurismo eclesial, sin entusiasmo por las reformas conciliares, pero sin oponerse tampoco decididamente a ellas. En este sentido, roturaba otros campos distintos de los del ¿Qué pasa?, cuya segunda época, la más interesante, se extendió entre 1964 y 1973, con un estrambote entre 1978 y 1981. La publicación dirigida por el «jabalí» Pérez Madrigal, más selvática, no era controlable por la jerarquía eclesiástica, aunque del lado civil también se moviera alguna mano. Así pues, los colaboradores tradicionalistas eran particularmente visibles. Y, entre ellos, destacaba el libérrimo Alberto Ruiz de Galarreta y su legión de nombres de pluma. En Iglesia-Mundo, en cambio, sólo ocasionalmente pudo darse alguna apertura al tradicionalismo y siempre que no resultara chocante al establishment clerical y civil.

Jaime Caldevilla apenas sobrevivió a Franco, pues falleció en 1976. Su viuda, Rosa, tomó entonces el relevo. De ese momento inmediatamente posterior a la desaparición del primer director datan mis primeros recuerdos personales de Iglesia-Mundo. En 1978, EDIMSA, esto es «Ediciones Iglesia-Mundo, Sociedad Anónima», nombró director a Jesús María Zuloaga, periodista experimentado, inquieto y más bien disparatado, que cambió el formato, de manera poco feliz, y nunca llegó a identificarse ni con la línea fundacional ni con la que otros hubiéramos preferido adquiriese. De origen opusiano, aunque a la sazón con alguna autonomía, fue represaliado como director de Semana en 1966 por haber publicado la víspera del acto anual de Montejurra, en la portada, una foto de Carlos Hugo de Borbón (antes de que cupiera imaginar su posterior traición) con su mujer la Princesa Irene de Lippe-Biesterfeld, seguida de un reportaje interior. Guardo memoria de los consejos de redacción, donde la presencia carlista no era menor, con Juan Sáenz-Díez, Ignacio Toca y Rafael Gambra, además de Juan María Bonelli, Eulogio Ramírez, Vicente Marrero y los dominicos —ambos asturianos— Victorino Rodríguez y Manuel de Tuya. Pero los consejos de redacción no eran decisorios. Decidía Rosa, directora en la sombra, aunque sin entrometerse —todo sea dicho— en las cuestiones técnicas. Rosa Menéndez era una mujer de temperamento fuerte y ejercía —pese a no haber tenido hijos— en su familia de origen como una suerte de matriarca. Sostuvo así con una generosidad y un vigor admirables la que había sido empresa de su marido y que fue también la de su vida.

Zuloaga duró poco, pese a que se esforzó en renovar la revista, pero sin criterio. Una pena, porque era persona con iniciativa y que se hacía querer. Pero era demasiado obvia su inadecuación para una revista del signo de Iglesia-Mundo. Tras una transición en la que, como en la ocasión anterior, se hizo cargo Pedro Rodrigo, buena persona, franco-falangista típico sin particular interés, en 1988 la empresa nombró director a Ricardo Pardo Zancada. Comandante de Infantería, acababa de salir de prisión, a donde había ido a dar de resultas de la intentona del 23-F, en la que por mantener su palabra había participado —entrando en el Congreso— cuando todo estaba ya perdido. Había aprovechado el paso por la prisión militar de Alcalá de Henares para doctorarse en Ciencias de la Información, pues a su formación militar unía la universitaria de periodismo y antes de los hechos evocados había ejercido de redactor-jefe de la revista del Apostolado Castrense Reconquista. Pardo Zancada era un caballero, pero aún menos adecuado que Zuloaga para la dirección de Iglesia-Mundo, pues —pese a esa experiencia periodística— su conocimiento de los asuntos eclesiásticos no era demasiado extenso ni agudo y, además, era de Estado Mayor, esto es, cuadriculado por definición. La revista fue declinando, y no sólo por su culpa, con las inevitables consecuencias económicas, de modo que Pardo Zancada hubo de dejar la dirección, que volvió a las manos —una vez más— de Pedro Rodrigo. El principal elemento de continuidad siguió siendo Rosa Menéndez, en funciones de redactor-jefe, que en verdad quería decir de jefe de todo.

Esos últimos años, la revista se vio obligada a dejar su sede de José Abascal, 57, para trasladarse a una mucho más modesta en el barrio de la Fuente del Berro. Donde moriría merced a la devoción de Rosa, combinada con una decisión equivocada. Javier Urcelay, que merodeaba en ocasiones por la redacción, pero sin formar parte del consejo, presentó un ambicioso proyecto de relanzamiento de la revista, que implicaba unos costes que la empresa no estaba en condiciones de soportar. El cuento de la lechera en versión de tinta y papel. Me opuse en solitario con decisión y cuando me vi derrotado, sin polémicas, le dije reservadamente a Rosa que la revista moriría inevitablemente en poco tiempo desangrada por un gasto que no se resolvería en el crecimiento de los ingresos. Así fue. Si no me confundo, en 1994. El promotor, por cierto, trató de extender el plan a Verbo y la Ciudad Católica, con rotundo fracaso en este caso, pues ahí fue rechazado de modo completo. Como seguí tratando a Rosa Caldevilla, tuve ocasión de evocar la desgraciada decisión más adelante varias veces. En honor a la verdad, Rosa nunca quiso ahondar en el asunto. Lo que me hace sospechar la mano negra de algún sodalicio secreto o, como dicen, discreto.

Nunca dejamos de vernos o de hablar por teléfono. Con gran generosidad me solía llamar para comentar aquellas de mis actividades apostólicas de que tenía noticia por el papel impreso. Sobre todo en Verbo, pero también en el ABC. Las llamadas se fueron espaciando por causa de las dificultades crecientes de audición. De manera que los contactos se limitaron a las visitas, demasiado pocas, que de cuando en cuando le hacía. Todavía en 2019 acudí a su casa de Doctor Fleming, donde la acompañaban ese día una de sus hermanas pequeñas con alguno de sus sobrinos. Estaba muy mayor, claro, pero lúcida, sonriente y decidida. Como siempre. Me fui con esa alegría. Estos dos últimos años han sido perdidos, a causa de las circunstancias de sobra conocidas. Casi centenaria, con la fe recia que siempre tuvo, nos acaba de dejar. Requiescat in pace.

Miguel Ayuso

La redacción de LAS LIBERTADES agradece al Profesor Miguel Ayuso Torres, presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II y director de la revista Verbo, esta necrológica que nos envía desde Madrid de la asturiana Rosa María Menéndez Carrillo, que es también historia del periodismo asturiano.

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Recuerdos ovetenses en la fiesta de San Dámaso

diciembre 11, 2021
Capilla del Rey Casto. Catedral de Oviedo

Que no se nos escape este día 11 de diciembre, festividad de San Dámaso I, papa y confesor, sin poner por escrito unos piadosos recuerdos carbayones.

Por tratarse del patrono de los arqueólogos, éste era uno de los dos días al año (el otro era el aniversario de la fundación del Tabularium Artis Asturiensis) en que mientras vivió, o mientras físicamente pudo, el sacerdote don Luis Piñera (+8 de septiembre de 2012) se celebraba «legalmente» la Santa Misa tradicional, la Misa de siempre, en la Capilla del Rey Casto de la Catedral de Oviedo. Las buenas relaciones de Joaquín Manzanares (+18 de junio de 2003), fundador del Tabularium, y el completo desprecio que don Luis Piñera sentía por los ocupantes de la Corrada del Obispo se unían para facilitar a los ovetenses esas raras ocasiones.

D. Luis Piñera Villar, pbro.

No eran las únicas, pero sí las únicas regulares. Como en LAS LIBERTADES hemos apuntado en alguna otra ocasión, a pesar de la persecución contra la Misa de siempre desde la promulgación en 1969 del Novus Ordo, los católicos fieles —sacerdotes y seglares— se las arreglaban mejor antes de que algunos pusieran su confianza en papeles mojados en forma de motu proprio, fuese éste Ecclesia Dei, Summorum Pontificum o Traditionis Custodes. El derecho absoluto que asiste a todo fiel católico de asistir (o celebrar, en el caso de los sacerdotes) al Santo Sacrificio de la Misa y de recibir los sacramentos según el rito romano tradicional no reconoce limitaciones, aunque éstas vengan de la supuesta autoridad.

Mañana es el tercer Domingo de Adviento, el domingo de Gaudete (¡alegráos!). Que pronto tengamos la alegría de la desaparición de la llamada nueva misa, ese Novus Ordo protestantizante de «eucaristías presididas por», que ha apartado de la Fe a la inmensa mayoría de los católicos.

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Retornan a Oviedo las misiones de la Hermandad de San Pío X

noviembre 12, 2021
Evangelio de una Misa celebrada en la desaparecida Capilla Cristo Rey de Oviedo durante la Cuaresma de 2016

Deberíamos quizá haber titulado «retornan a Asturias las misiones de la Hermandad de San Pío X» porque además de la Misa y conferencia en Oviedo este sábado 13 de noviembre, el domingo 14 un sacerdote de dicha Hermandad celebrará la Santa Misa también en Gijón, a las doce del mediodía en una capilla particular de Cabueñes.

En la segunda mitad de la década de 1980 la situación en la diócesis de Oviedo era mala para los católicos fieles a la Misa de siempre y a la doctrina tradicional de la Iglesia. Los sacerdotes que, más o menos, se resistían a los cambios iban muriéndose. Más allá de aquéllos pocos que mezclaban los ritos (tomando carrerilla y recitando de memoria el canon romano en latín) y de algunas visitas ocasionales, sólo quedaban algunas Misas celebradas en secreto, por miedo a las represalias diocesanas, y las dos Misas que anualmente celebraba don Luis Piñera en la Capilla del Rey Casto de la catedral para el Tabularium Artis Asturiensis. Las escapadas a Madrid para oír Misa eran frecuentes.

Aparecieron entonces las misiones de la Hermandad de San Pío X, la sociedad sacerdotal de vida en común sin votos fundada en 1970 por el Arzobispo Marcel Lefebvre (1905-1991). Tras algunas visitas en 1986, se regularizaron a fines de 1987, y no cesaron hasta el tiránico confinamiento decretado por el Gobierno en 2020.

Al principio las Misas y conferencias tenían lugar tanto en domicilios particulares como en el Círculo Carlista de la Calle de San Francisco (el Círculo Cultural «Juan Vázquez de Mella» de Oviedo) y en los locales que la Hermandad de Defensores de Oviedo tenía en la Calle del Rosal, entre otros lugares. Luego los fieles ovetenses abrieron un oratorio en la Calle de Posada Herrera (Capilla Nuestra Señora de la Salette, se llamaba) y, tras el cierre de éste, se recurrió a los salones de hoteles hasta que volvió a abrirse un oratorio, esta vez en la Calle Pérez de la Sala (Capilla Cristo Rey), que se cerró coincidiendo con el confinamiento. Ahora se vuelve al mismo hotel que se utilizaba hace unos años. El programa de la primera misión de esta nueva etapa es el siguiente:

Sábado 13 de noviembre de 2021
San Diego de Alcalá, confesor; San Eugenio de Toledo, obispo y confesor; Santos Arcadio y compañeros, mártires

19:00 Santa Misa
Media hora antes de la Misa: confesiones

20:00 Conferencia
Los orígenes de la Hermandad de San Pío X

Gran Hotel Regente. Salón Sella
C/. Jovellanos, 31
33003 Oviedo

Más información: misatradicional.asturias1@gmail.com

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La Cruz y San Mateo. (Cualquier tiempo pasado fue verdaderamente mejor)

septiembre 17, 2021

Los que, propios o extraños, veis con especial agrado el aspecto de capital animada y culta que tiene Oviedo, ¿no percibís a través de sus lindos hoteles, sus magníficas modernas viviendas, sus jardines, sus paseos, sus comercios y alumbrados, su lujo, su vida y actividad, algo, que revela a la ciudad antigua con sus calles tortuosas, su caserío desigual, sus volados sobre las aceras y sus edificios públicos e iglesias, que ostentan el sello de pasados siglos? ¿No observáis también como centinela avisado, que vigila sobre la ciudad, o mejor dicho, como cariñosa madre, que vela junto a sus hijos, la esbelta torre de la Iglesia de San Salvador, cuya cruz en lo más alto de la gallarda ojival aguja se percibe desde los extremos todos de la población, desde San Francisco y desde el Rosal, desde la Puerta-nueva y calle de la Vega, lo mismo que desde Cimadevilla, los Estancos y avenidas del Bombé y del Hospicio?

Esa torre y esa Cruz van unidas tan indisolublemente a nuestra historia, vida y tradiciones, que si el Oviedo actual renegase de la Cruz, que se alza sobre su primer templo, incurriría en la más torpe ingratitud, quedando por ello reducida nuestra capital a un cuerpo sin alma y a un organismo fastuoso de apariencia deslumbradora, pero falto del aliento vivificante, que a los pueblos todos presta la idea religiosa y el culto de lo sobrenatural.

Al calor de esta idea nació Oviedo, cuyos fundadores aquí vinieron por impulso religioso a enseñar a los naturales a alabar a Dios en el culto de sus Santos, y eran monjes, que roturaron no lejos de Foncalada los terrenos donde había de asentarse la primitiva población. Los primeros sucesores de Fruela edificaron templos al Dios vivo; y de Alfonso el Casto y de Ramiro y de otros monarcas asturianos cuentan las crónicas rasgos de piedad cristiana, que atestiguan todavía con elocuencia muda restos arqueológicos de subido valor.

Alfonso el Casto recogió de Monsacro el arca preciosa, que contenía las reliquias venerandas, que la piedad de los Obispos pudo sustraer al pillaje de los hijos de Mahoma, vencedores junto al Guadalete; y depositado tan rico tesoro en la Iglesia Catedral, se buscó en la Cámara Santa un recinto a propósito para contener aquellos santos despojos y religiosos trofeos, a fin de que ante ellos pudieran postrarse con respetuosa y viva fe los naturales de Asturias y los católicos de las más apartadas regiones. Prelados y Reyes, pueblo y magnates, españoles y extranjeros se esmeraron a porfía, durante los siglos medios y en tiempos posteriores, en dar a las Santas Reliquias de la Iglesia ovetense toda la importancia que merecían en la esfera de la piedad y de la Religión. La Santa Sede, por su parte, se mostró liberal en la concesión de gracias espirituales a nuestra insigne Catedral; y entre otros muchos privilegios le fue otorgado el del Jubileo de la Santa Cruz.

Como en las Santas Reliquias figuran en primer término las dos célebres Cruces, la Cruz de la Victoria, que el egregio Don Pelayo llevaba en sus manos al debelar contra la morisma en las fragosidades de Covadonga, y la Cruz de los Ángeles, presente, de origen sobrehumano, que otorgó la divina Misericordia a uno de los más insignes Reyes de Asturias; como hay también en la Cámara Santa un pequeño Lignum Crucis, custodiándose igualmente allí un Crucifijo de toscos perfiles cuanto remota y venerable antigüedad, habiendo asimismo algunas espinas de la Corona del Salvador, con más de un trozo de la Sábana Santa, y sobre todo la riquísima e inapreciable reliquia del Santo Sudario, todos estos recuerdos, documentos y testigos de la Pasión adorable del Hijo de Dios, explican perfectamente el acierto con que los promovedores del Jubileo y el Jefe augusto de la Iglesia, al concederlo, eligieron la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz como tiempo el más propicio para derramar abundantemente sobre los fieles el raudal de gracias espirituales, de que la Iglesia Católica es depositaria y dispensadora.

El Papa Eugenio IV fue el primero que otorgó a la Iglesia ovetense este Jubileo: Pío IV lo amplió de una manera notable en cuanto a la duración, determinando que el año en que la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz cayese en viernes, dure aquél dos meses, uno anterior y otro posterior a la mencionada fiesta, o sea desde el catorce de agosto al catorce de octubre. Por último, Pío II había relevado al Jubileo de toda suspensión, de modo que no fuesen interrumpidas las gracias que por el mismo concede la Santa Sede, entre las cuales se cuenta la singularísima de poder los penitentes ser absueltos de todos los pecados reservados a Roma, excepto los de la Bula de la Cena.

Dura el Jubileo ordinario de la Santa Cruz dos octavas, una anterior y otra posterior a la fiesta de la Exaltación, o sea desde el seis de septiembre a primeras vísperas, hasta el veintidós a la puesta del sol. En ese período los fieles que convenientemente preparados con la Confesión y Comunión visitaren nuestro templo Catedral, rogando a Dios por la extirpación de las herejías, aumento de la fe católica y demás piadosos fines de la Iglesia, pueden lucrar indulgencia plenaria; y esto cuantas veces practicaren las obras prescriptas, pues el Jubileo es de los llamados toties quoties.

Y como la octava de la Santa Cruz coincide con la fiesta de San Mateo, ya de muy antiguo la mayoría de fieles, sobre todo de puntos lejanos, aprovechaba la víspera y día del Santo Apóstol para venir a la ciudad, purificar su conciencia, visitar la Iglesia Catedral; y la gente de aldea procurar de paso adquirir en Oviedo algunos útiles de labranza y enseres de recolección de frutos, que en ese tiempo tienen su especial mercado.

Así se explica bien que la Cruz y San Mateo vengan unidos de muy antiguo en la vida religiosa de la ciudad de Oviedo. Y como Zaragoza tiene su Virgen del Pilar y Madrid su San Isidro y Valencia su San Vicente y Compostela su Santiago, así Oviedo tenía y tiene el Jubileo de la Santa Cruz como centro de atracción de voluntades para los verdaderos creyentes; y cualesquiera sean las vicisitudes de los tiempos, lo permanente, lo invariable será entre nosotros, en tan clásicos días, la solemnidad religiosa de la Catedral Basílica y la explosión de cristianos afectos que a la devoción inspira siempre el misterio adorable de la Cruz.

No eran necesarios festejos ni luminarias, ni músicas, ni bullicio en aquellos tiempos, bien cercanos todavía a las nuestros, en que las gentes dormían sobre el duro suelo, bajo los soportales que hay frente a la Catedral, esperando vez a las puertas del Santo Templo en la madrugada del veintiuno; no eran precisos, repetimos, aquellos alicientes para que el Jubileo revistiese un carácter eminentemente popular.

Hoy, aunque para la gente superficial los toros y las cintas y el teatro lo sean todo, hay todavía, a Dios gracias, gentes de todo sexo, edad y condición, que saben que no sólo de pan vive el hombre, y que buscan en las gracias espirituales del Jubileo algo que conforte al espíritu en las luchas y vaivenes de la vida. Lo moderno ni debe ser, ni es en muchas ocasiones adversario de lo tradicional y antiguo. Muchos de los dueños o inquilinos de las suntuosas viviendas, que hacen del Oviedo actual una población distinguida y culta, van al templo en estos días a postrarse ante el ministro del Señor: y esa locomotora, cuyo silbido parece querer ahogar a veces el dulce son de las campanas, conduce en los coches que arrastra devotos peregrinos que con fe y piedad sinceras, al llegar a la ciudad, reservan su primera mirada para la Cruz Santa que corona la alta torre, y se postran después reverentes ante el Santo Sudario, murmurando fervorosa plegaria en presencia de la inestimable reliquia, que precisamente por el mucho concurso de gentes, se enseña mañana y tarde el día de San Mateo.

Este artículo se publicó originalmente en el número 38 de LAS LIBERTADES, de fecha 17 de septiembre de 1893. Explica muy bien cómo vino a celebrarse San Mateo, que no es el santo patrono de Oviedo, aunque pudiera parecerlo. Hoy, cuando se han olvidado las octavas (salvo entre los católicos estrictísimamente fieles a la tradición), poco se entenderá esa relación entre la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de septiembre, y la de San Mateo, apóstol y evangelista, 21 de septiembre. Menos aún se reconocerá aquel Oviedo, ni en su urbanismo ni en sus piadosas costumbres. Y es que tantos años de liberalismo, político, económico y religioso, han pasado factura.

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